domingo, 3 de mayo de 2015

Matrimonios concertados en China. Las casamenteras y el papel de la familia.

Como bien sabemos, en China el matrimonio no funciona del mismo modo que en occidente. Ya hemos hablado a cerca de este tema en las clases de cultura china, pero este artículo sobre cómo intervienen familia y amigos en los nuevos matrimonios me ha dejado aún más de piedra.
También en occidente hubo un tiempo en el que los implicados en el matrimonio tenían bien poco que decir (sobre todo las mujeres), ya fuesen campesinos o reyes. Sin embargo hace mucho tiempo que esto pasó a la historia y hoy en día la gente que se casa lo hace por amor, o al menos eso quiero pensar.







Pero en China no son muy dados a cambiar las tradiciones tan fácilmente. Allí aún se estilan los matrimonios concertados, los casamenteros y las suegras difíciles. Es un poco extraño pensar que siguen tan atrasados en este aspecto teniendo en cuenta la velocidad a la que el país se está desarrollando. Quizá nuestra imagen de una casamentera es la de la película Mulán, un personaje bastante gracioso al que las chicas jóvenes acudían en fila para encontrar marido. Sin embargo en la realidad no son así (gracias a dios), si no que se trata de familiares o amigos de la familia de buena posición que suelen estar retirados y ayudan a los jóvenes a encontrar pareja.


  


En China es muy difícil casarse si no cuentas con una vivienda propia, y al igual que en España, no todos los jóvenes pueden permitirse una. También al igual que en nuestro país, los avales o prestamistas suelen ser los padres, por lo que es difícil decirles que no cuando se trata de opinar de la persona con la que vas a compartir tu nueva casa. Además el confuncianismo considera pecado negarse a formar una familia, y ya sabemos que esta doctrina está bien arraigada en las familias chinas. 
Los jóvenes buscan ayuda ya no solo de los casamenteros tradicionales, sino también de portales en internet estilo Meetic en España, como por ejemplo Baihe 百合 .
Según datos aportados en el artículo, más de la mitad de los jóvenes chinos encontró a su pareja a través de contactos de sus padres. De ellos, un 70 % necesitó su beneplácito, y solo un 20% estuvo en contra ya que el 80% restante consideró que debían hacer caso a la experiencia matrimonial de sus padres. Las citas a ciegas y las encerronas por parte de terceros están a la orden del día. Además se suele intentar que el casamentero sea alguien influyente, ya que se da a entender que el interesado cuenta con una buena posición social y dará con un buen trabajo, aunque por lo general es más común que se trate de casamenteras.

Para finalizar, el autor de este artículo cuenta una anécdota que encuentro muy graciosa, aunque seguro que a él en su momento no le hizo mucha gracia. El exnovio de su pareja seguía interesado en ella, y por lo visto ambas familias querían “ayudar” a esta unión. Así pues entre la tía del ex y la madre de la chica movieron hilos e hicieron lo imposible por reconciliarlos. El pobre chico organizó una cena, cogió un avión y pagó la cena a varios invitados para recibir el plantón de su vida. Visto así igual no es tan gracioso… pobre chico.

En definitiva, a pesar de todos los cambios en la sociedad china, hay costumbres difíciles de cambiar. Al menos ya han dejado a un lado los antiguos 6 Ritos, y ya no todo el mundo recurre a la familia para casarse. Supongo que la expansión del país y el roce con distintas culturas occidentales han supuesto un cambio en su mentalidad, ahora más abierta. Las mujeres pueden tomar ahora de forma más fácil las riendas de su vida gracias al acceso a la educación, lo que les permite no depender económicamente de sus maridos. De cualquier manera, todos los ritos y costumbres chinas son, sin excepción, cuanto menos curiosos. Ojalá pueda asistir un día a una boda china, vestirme de rojo y vivir una experiencia diferente. ¡Cuánto nos queda por aprender!

                            
PD. Os invito a curiosear por esta página, ya que hay numerosos artículos muy curiosos sobre China. ¡Espero que os guste!
Bibliografía:


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